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Detalle de noticia

A pie de calle

3/4/2020

El Escuadrón de apoyo al Despliegue Aéreo (EADA), auténticos especialistas en seguridad y defensa del Ejército del Aire, nos cuentan desde primera línea sus sensaciones en la lucha contra la propagación del COVID-19.

También son aviadores pero su guerra se libra, en ocasiones como esta, en las calles. El Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo del Ejército del Aire está plenamente movilizado, colaborando en toda la provincia de Zaragoza con el despliegue de seguridad para evitar la propagación del virus. Uno de esos hombres de primera línea es el teniente Joaquín González Lázaro.

Se han desplegado por Zaragoza, Calatayud, La Almunia de Doña Godina, Tarazona, Villafranca de Ebro, etc. No hay lugar para la improvisación. Su tarea para asegurar las medidas de confinamiento les obliga a una planificación perfecta de la jornada. “Es fundamental tener claros los detalles de la misión de la jornada. Qué se nos pide, dónde, cómo podemos contribuir en la gestión de la crisis…”, asegura el teniente Lázaro. “Una vez que se tiene esto claro, hay que conseguir que todos, desde el primero al último, como equipo, tengamos claro lo mismo, y estemos todos alineados y remando en la misma dirección. Antes de salir ya entramos en detalles específicos y más rutinarios de la misión, como la revisión de los equipos, vehículos, comunicaciones, etc”.

Con 27 años de edad y 10 de servicio en el Ejército del Aire, el teniente Lázaro conforma sus patrullas asegurando por completo la integridad de los suyos. “Tienes, básicamente, dos cosas en mente: el cumplimiento de la misión y el bienestar de tu gente. Conoces a todos y cada uno de los compañeros con los que te despliegas, has entrenado con ellos, sufrido con ellos, sabes que están preparados para la misión, motivados, que no te van a fallar y, por eso, te esfuerzas en estar a la altura del mando de gente tan preparada. Todos deben volver sanos a casa”.

Además, el teniente Lázaro es plenamente consciente de que su despliegue es una parte más de una gran operación en la que la colaboración es la principal premisa “La coordinación con las autoridades sanitarias es vital y trabajamos en estrecho contacto con ellas. Nosotros ponemos la formación y el personal en materia de policía militar ‘force protection’, seguridad…, pero adaptándonos a las indicaciones que se nos dan por parte del personal sanitario. Seguimos estrictamente esos protocolos y en función de ellos adaptamos los nuestros para que se cumpla la misión: la protección de la ciudadanía y la no propagación del virus”.

Su camuflaje pixelado no esconde su matiz humano y sus temores. Conocen los pueblos por los que se mueven y sienten muy cerca a sus gentes. “A fin de cuentas, no dejas de estar trabajando en calles españolas, con gente que podría ser familia nuestra. El sentimiento de empatía y cercanía es muy fuerte”.

El teniente Lázaro es uno de esos casos de vocación por los otros. Se hizo militar “porque como hermano mayor, desde bien pequeño se me inculcó la responsabilidad de tener que proteger a la gente de mi entorno”. Siempre le ha atraído la sensación de aventura que sigue teniendo la milicia. “No me imaginaba dedicándome a otra cosa, sabiendo que había gente ahí fuera protegiéndonos a los españoles. Siempre quise ser de esos que están en primera línea. Y así fue, afortunadamente”.

Sus rondas y controles le han dado la oportunidad de conocer de cerca las sensaciones de esos españoles. “Las muestras de cariño, respeto y ánimo superan de lejos los momentos desagradables”, afirma emocionado el teniente Lázaro. Muchas veces se acercan a nosotros a preguntarnos sus dudas, a contarnos sus inquietudes, a darnos comida, agua, y en general, apoyo de todo tipo”.

Hay momentos difíciles de olvidar para este joven soldado. “El pueblo entero de Calatayud salió a sus balcones al paso de nuestro convoy y todos empezaron a aplaudir y a agradecernos nuestro trabajo. Creo que es una imagen que recordaré el resto de mi vida”.

La dimensión de esta crisis también le ha afectado a título personal y no duda en reconocer la trascendencia que va a tener. “Me ha impresionado lo seguros que damos por hecho ciertos lujos o placeres. Ir a visitar a la familia, una cerveza con los amigos o simplemente pasear libremente son cosas que, hasta el inicio de esta crisis, eran parte común de nuestra vida. Me impresiona lo poco que lo valorábamos, ahora que nos falta”, asegura.

Esas pequeñas cosas son las que siguen reconfortándole al volver a la base tras una dura jornada de patrullaje. ”Nada más llegar, siempre, una ducha caliente y escuchar rock, mi música favorita. AC/DC, Bon Jovi, Cory Marks…, hacen más llevadera esta cuarentena”. Las otras aficiones del teniente tienen que esperar, de momento. Las motos, sus viajes, el fútbol, sus partidos de los domingos…, todo ha quedado aparcado, como para al resto de los españoles. “Lo superaremos”, concluye “somos un país preparado, con medios, y con espíritu. Tenemos que ver esta crisis como un reseteo, una puesta a cero del cuentakilómetros y replantearnos muchas cosas, tanto a nivel personal como a nivel social. Hay que aprender a valorar el día a día de nuestra vida”.