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El 8 de julio de 2011 la National Aeronautics and Space Administration (NASA) llevó a cabo el último lanzamiento del transbordador Atlantis.
Un matrimonio que duró 30 años, el de la NASA y Zaragoza, que fue cómplice de todas las misiones de los transbordadores espaciales de la agencia espacial americana.
En 135 misiones llevadas a cabo en estos años, la capital aragonesa era un plan B en caso de que algo fallara. La función de Zaragoza era servir de pista de aterrizaje en caso de emergencia durante los primeros 8 minutos del vuelo, cuando el transbordador todavía no ha atravesado la atmósfera.
Zaragoza, junto a las bases aéreas de Morón, en Sevilla, e Istres, en Francia, tenía las condiciones más adecuadas para este tipo de misiones según la NASA. La base zaragozana dispone de la pista más larga de Europa, casi 4 kilómetros de longitud, lo que la hace idónea para un posible aterrizaje imprevisto, y fue "aproximadamente en la mitad de las ocasiones la base principal" según el astronauta Gregory H. Johnson. Para cada misión se desplazaba un equipo de la NASA de aproximadamente unas 60 personas. Colaboraba con ellos el Ejército del Aire español, que se encargaba de proporcionar un perímetro de seguridad en caso de aterrizaje tanto para el transbordador como para los ocupantes y de poner a su disposición un equipo de bomberos.