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Detalle de noticia

Una carga tras otra

20/4/2020

“Estos trabajos nos ponen a prueba como profesionales, pero sobre todo como personas”. Es la humildad que transmite el soldado Sánchez, servidor de carga en la Sección de Apoyo al Transporte Aéreo (SATRA) del Ala 35. Su trabajo callado y constante es una de las claves de la lucha por frenar la expansión de este virus. La gente como él es la que trabaja directamente sobre esa carga que todos esperan en todas partes. Apilan, ordenan, pesan, transportan. La tarea física más dura cae sobre sus hombros y ellos la transforman en ilusión y esperanza.

Lleva once años en la SATRA del Ala 35. Todo un veterano en el manejo de cargas. Sin embargo, las de ahora tienen un matiz muy especial para él. “Cuando tenemos preparación de vuelos de carácter urgente, como material sanitario, lo primero que se me pasa por la cabeza es que hay que dar el 200%. Son vuelos especiales. No es solo enviar material para que los compañeros puedan hacer su trabajo allá donde estén, sino que es material para gente que realmente necesita de nuestra ayuda. Es una manera de aportar nuestro granito de arena y sentirnos orgullosos de ayudar”.

El Ala 35 y toda su gente vive un ritmo frenético, reconocido recientemente por la visita de la ministra de Defensa, Margarita Robles. Se enfrentan a todo tipo de cargas y de manera constante. Unas veces se intuye la tarea y otras veces hay que improvisar sobre la marcha. “Esta es la que realmente más nos pone a prueba, tanto psicológica como físicamente, aquella de la cual no sabemos absolutamente nada y todo va surgiendo sobre la marcha, por tanto, con más urgencia y necesitando mayor concentración”, nos reconoce el soldado Sánchez.

En torno a tres veces por semana se disponen las cargas para las distintas aeronaves que aterrizan en el Ala 35. En ocasiones hasta nueve mil kilos a preparar en apenas una hora. “El material suele llegar por tierra en camiones o en vuelos desde cualquier parte. Nos toca deshacer carga y repartir a cada zona, donde tenga que llegar ese material. En el caso de carga en camión sería, descargar el camión y separar por destino en ese mismo momento. Una vez separada la carga por destino, nos disponemos a configurar las plataformas o comúnmente llamados pallets aéreos. La configuración dependerá del tipo de avión y del tipo de carga”.

Toda esta tarea significa pura técnica. Variar la altura, el espacio máximo a ocupar en la plataforma a utilizar, etc. Mucho trabajo. “Una vez configurado, se harán los amarres, se pesarán y se sacarán centros de gravedad de cada uno. Terminadas las cargas y con el avión preparado en plataforma para cargar, todo será cuestión de entre veinte a cincuenta minutos, tener un avión cargado y listo para su vuelo”.

Así son las jornadas de esta ‘guerra’ aérea. “Muchos números en la cabeza, pesos, material utilizado, material enviado, que los compañeros estén bien anímicamente y puedan trabajar dando el máximo, que no haya accidentes. Es cuando pasa la tormenta y no has comido nada desde las siete de la mañana hasta las siete de la tarde, cuando te viene el cansancio físico y mental, pero piensas que merece la pena y lo volverías a hacer mil y una veces más”.

En su sección, como en otras muchas, se han establecido estrategias para mantenerse operativos. “Nosotros actualmente somos ocho personas en la sección y hemos dividido las fuerzas en dos grupos, con lo cual tenemos cuatro compañeros con los que no tenemos contacto, por lo que pudiera pasar. Las dinámicas que teníamos antes, nos hacían al final coincidir los unos con los otros, así que en este caso, los cambios suponen un bien común para todos y es algo que nos toca pasar”.

El soldado Sánchez se hizo militar contemplando un día una de esas reconocibles furgonetas de captación. Tenía solo dieciocho años y le pareció un trabajo llamativo, pero pronto descubrió muchas más cosas. “Cuando llegué a destino y pasaron unos meses me di cuenta de que esto no era un simple trabajo, que esto es muchas veces una vocación, y me enamoré de mi trabajo. Me siento afortunado de poder trabajar con aviones y hacer este trabajo. Estoy orgulloso de servir a nuestro país”.

Su vida actual discurre exclusivamente entre su casa y el Ala 35. “Mi día a día es servicio veinticuatro horas, siete día a la semana, con una niña de un año y medio y con mucha energía”, nos comenta resignado el soldado Sánchez. “Mi mujer trabaja desde casa que es duro. Te das cuenta de que no tenemos las casas a veces demasiado habilitadas para ciertas cosas. El día se pasa rápido cambiando de juegos cada diez minutos con la ‘bichito’ haciendo manualidades, tareas de casa, comidas, sacando al perro…”.

Amante de los coches clásicos, cumplió hace poco su sueño de adquirir un Golf 3 Cabrio, que es, junto a su perra Golden Retriever, su gran pasatiempo. Ahora toca cuidarlo en garaje pero sueña todos los días con prepararlo y llevarlo a exposiciones junto a su hija.

Para el soldado Sánchez hay un futuro nuevo y distinto, que pasa por la unidad. “Si nos mantenemos todos a una, esforzándonos por salir juntos de esto sin aprovechar para sacar tajada, seremos más fuertes como país”. Él es el primero en animar especialmente a los que lo están pasando mal. “Por desgracia a mí me toca de cerca, varios familiares son autónomos o les han hecho un ERTE y lo entiendo, pero pensar que de todo se sale tarde o temprano, menos a los que por desgracia se lleva esta pandemia de una manera tan miserable. Ánimo y fuerza. Con nuestro granito de arena seguimos dando el máximo por todos vosotros”.