Reconocimiento, respeto y agradecimiento son los sentimientos que me vienen a la mente al recordar los inicios de este maravilloso 'vuelo' que comenzó hace un siglo, con los principios de la aviación.
Reconocimiento por las ilusiones, anhelos, sacrificios y dificultades que vivieron nuestros antepasados en aquellos inicios tan desafiantes. Respeto, por el esfuerzo que supuso iniciar este camino, que se ha mantenido y desarrollado a lo largo de los años. Agradecimiento a la sociedad granadina que se volcó con su aeródromo y, simultáneamente financiaba el aeroplano 'Granada', para apoyar a nuestros compatriotas que se encontraban en el Norte de África.
La base se creó sobre los Llanos de Armilla, que como decía Pedro Antonio de Alarcón parecía un "desconsolado yermo, enclavado, como un oasis negativo, en medio de una llanura siempre frondosa, para más lucimiento y realce del edén que lo rodea". Unas características que, por no tener otra finalidad, hicieron que fuera un enclave ideal para establecer un campo de vuelo.
La sociedad granadina ya había mostrado su deseo de potenciar el desarrollo de la aeronáutica, con los primeros vuelos en globo desde finales del siglo XIX y con los aeroplanos desde 1911, efectuados estos desde el vecino hipódromo de Armilla. Figuras señaladas y pioneros de estos orígenes fueron el comandante Dávila, fundador del aeródromo, nacido en el seno de una innovadora familia granadina y el insigne ingeniero Emilio Herrera Linares, nacido en la calle de San Isidro de la ciudad de Granada y cuyos restos reposan en el emblemático cementerio de San José, junto a la Alhambra.
La vocación de servicio a España se ha mantenido a lo largo de esta centuria; inicialmente, para nuestros compatriotas que se encontraban en el Norte de África; posteriormente, sirvió también de origen de los primeros vuelos comerciales con otras provincias y escuela de vuelo. Esta vinculación con la enseñanza se ha mantenido de diversas maneras en los últimos setenta años, llegando a lo que hoy es la Escuela Militar de Helicópteros, casa común de todos los helicopteristas de las Fuerzas Armadas y Guardia Civil.
Miles de granadinos han participado en la construcción y desarrollo de la base, tanto personal civil como militar, incluyendo el antiguo servicio militar obligatorio, IMEC y SEFOCUMA, cada uno con una tarea, pero todas igualmente necesarias para realizar todos los trabajos realizados en estas décadas. Por eso, la Base Aérea de Armilla es fruto de las gentes de esta maravillosa región, con los cinco municipios que tienen terrenos en la base (Alhendín, Armilla, Churriana, las Gabias y Ogíjares), más el impulso constante de la capital granadina. Una historia que arranca en unas fechas tan señaladas como las festividades del Corpus, y que presagiaba la vinculación tan estrecha de la Base Aérea con la tierra que la acogió hace cien años.